Las personas con afantasía carecen de imágenes mentales y no pueden formar imágenes visuales en su “ojo de la mente”. Es un rasgo raro que sólo afecta al 2% de la población. Entonces, ¿las personas con afantasía sueñan? Sorprendentemente, las personas que carecen de imágenes visuales mientras están despiertas pueden tener sueños vívidos. Descubra más sobre la afantasía y los sueños y cómo afecta esta enfermedad al cerebro.
Vivir sin imaginación visual
Cierra los ojos e intenta imaginar tu comida favorita. ¿Puedes hacerlo? Las personas con afantasía no pueden. Tienen una imaginación mental limitada o nula y no pueden visualizar imágenes en su “ojo de la mente”.
El primer descubrimiento registrado de la afantasía se produjo en 1880 durante una investigación dirigida por el psicólogo inglés Francis Galton. Pidió a un grupo de participantes que cerraran los ojos y recordaran la escena de su mesa de desayuno de esa mañana.
Algunos de los miembros del grupo podían imaginar su desayuno con todo lujo de detalles. Otros podían recordar algunos aspectos de la escena en sus mentes. Para sorpresa de Galton, un puñado de los participantes no era capaz de prever su desayuno. De hecho, no entendían en absoluto el concepto de imaginación visual.
A partir de ese momento, la investigación sobre el fenómeno era escasa. No fue hasta 2015 cuando el profesor Adam Zeman, neurólogo cognitivo y conductual de la Universidad de Exeter, acuñó por primera vez la palabra “afantasía”.
La investigación del Dr. Zeman se centra en la afantasía y su efecto en la memoria, así como en otras funciones cerebrales. Calcula que la afantasía afecta a un 2% de la población. Algunos nacen con ella, una condición conocida como afantasía congénita. Otros desarrollan una afantasía adquirida debido a una enfermedad, una intervención quirúrgica o una lesión cerebral. También puede ser consecuencia de la depresión, la ansiedad o el TEPT.
Las personas con afantasía pueden llevar una vida normal. No tiene por qué ser un problema para los que lo tienen, lo que explica por qué los médicos no lo supieron durante tanto tiempo. Puede interrumpir ciertas actividades. Por ejemplo, puede dificultar el dibujo de objetos de la imaginación o el uso de estrategias de visualización para el aprendizaje.
La afantasía no afecta a la inteligencia ni provoca ningún otro síntoma neurológico. Además, las personas con afantasía pueden recurrir a otras funciones cerebrales para representar mentalmente la información. En lugar del “ojo de la mente”, pueden basar la memoria en el “oído de la mente” o la “nariz de la mente”, por ejemplo.
Imágenes mentales en un espectro
La capacidad de formar imágenes mentales se sitúa en un espectro. Algunas personas tienen una mayor capacidad para formar imágenes mentales, una condición conocida como hiperfantasía. En el otro extremo del espectro, los individuos afásicos carecen por completo de la capacidad de generar imágenes mentales.
El Cuestionario de Vivacidad de las Imágenes Visuales (VVIQ) ayuda a comprender la capacidad de alguien para formar imágenes mentales. Se puntúa en una escala de 1 a 5, en la que 1 representa una gran capacidad para ver imágenes mentales. Un 5 demuestra que no tiene capacidad de imaginación mental. La mayoría de las personas puntúan entre 2 y 2,5.
Los estudios sobre la afantasía demuestran que muchas áreas se activan durante la visualización. Los escáneres cerebrales muestran actividad en los lóbulos frontal y parietal, regiones que suelen participar en la toma de decisiones, la memoria de trabajo y la atención. La red de visualización también incluye el hipocampo y el lóbulo temporal medial, áreas que también controlan la memoria y la ensoñación.
Dado que la visualización implica a muchas regiones del cerebro, la afantasía afecta a las personas de forma diferente, dependiendo de sus circunstancias. Por ejemplo, una persona que desarrolla una afantasía adquirida puede perder su capacidad de visualizar rostros tras un ictus debido a la pérdida de conectividad entre las áreas de decisión y las áreas visuales.
Afantasía y sueño
El Dr. Zeman, científico cognitivo, se dio cuenta por primera vez de la existencia de la afantasía después de oír hablar de un topógrafo jubilado que perdió su capacidad mental tras una pequeña operación de corazón. El hombre tenía imágenes visuales anteriormente y las perdió sólo después del procedimiento. También perdió su capacidad de formar imágenes mentales cuando soñaba.
Pero no todas las personas con afantasía pierden la capacidad de soñar. La afantasía es compleja, y la forma en que afecta a las personas varía.
La Dra. Tara Swart, neurocientífica y profesora titular del MIT Sloan, explica que, al igual que la afantasía afecta a la visualización de forma diferente, también varía su efecto sobre el sueño. Algunas personas con afantasía pueden soñar, mientras que otras no.
Aunque las personas con afantasía no pueden formar imágenes mentales mientras están despiertas, algunas pueden tener sueños visuales vívidos. Esto se debe a que nuestro cerebro procesa los sueños de forma diferente a la visualización consciente mientras estamos despiertos. La actividad onírica es más bien un proceso ascendente organizado por el tronco cerebral. Pero cuando se está despierto, el córtex controla la visualización consciente, que es más bien un proceso descendente.
Esto podría significar que, aunque la afantasía reduce la capacidad de formar imágenes mentales, no elimina la visualización por completo. Las personas que viven con afantasía pueden seguir teniendo algún nivel de imaginación mental.
Todavía se desconoce gran parte del conocimiento de la afantasía y de cómo afecta al cerebro. Hasta que no se comprendan plenamente los mecanismos que subyacen a la afantasía, no hay cura para ella. Afortunadamente, con las herramientas adecuadas y la comprensión, las personas que padecen esta enfermedad pueden llevar una vida plena.